
Hubo una época en la que algunos fabricantes se atrevían a explorar nuevos territorios y tenían más de un vehículo de nicho en sus líneas, además de motores que eran y siguen considerándose como una verdadera rareza. Volkswagen es el mejor ejemplo de esto, pues pocos recordarán que hace más de 20 años fabricaron un motor V5 y lo usaron en varios vehículos de producción.
Este motor V5 provenía del venerado motor VR6, por lo que también se conocía como VR5. Se trataba de un motor de 2.3L de desplazamiento, con la configuración de 5 cilindros dispuestos en V, con un ángulo estrecho de apenas 15°, similar al diseño del motor de seis cilindros (de ahí el uso del VR).
Volkswagen comenzó con la producción de este motor en 1997 y en su desarrollo se tuvieron que implementar distintas ideas creativas, que jugaron a favor y en contra del motor V5. En primer lugar, tenía un diseño compacto, con una sola cabeza para todos los cilindros, lo que facilitó su implementación en distintos vehículos del grupo alemán, específicamente en los de tracción delantera.
Los vehículos de aquella época que utilizaron este motor V5 son: Volkswagen Jetta (Bora 4Motion en algunos lugares) y Volkswagen Golf de cuarta generación, Volkswagen Beetle, Volkswagen Passat B5 e incluso la segunda generación del SEAT Toledo.
Si bien, este motor V5 no estuvo disponible en todos los mercados donde se comercializaban los automóviles mencionados, los pocos clientes que llegaron a comprar uno podían disfrutar de un sonido muy distintivo, además de una entrega lineal de poder a régimen medio.
Durante su primera mitad de vida (1997-2000), Volkswagen fabricó el motor V5 conocido bajo el código AGZ, que tenía 2 válvulas por cilindro (10 en total), entregando una potencia en torno a 150 hp y 154 lb-pie de par.
Posteriormente y hasta 2006, fecha en la que se dejó de producir, el motor V5 recibió los códigos AQN/AZX y Volkswagen duplicó el número de válvulas por cilindro, llegando a un total de 20. Con esto, el motor V5 aumentó la potencia a 170 caballos, mientras que el torque se situaba en 162 lb-pie. Asimismo, el máximo número de rpm creció de 6,000 a 6,200 giros.
Sin embargo, el motor V5 de Volkswagen perdió la batalla frente a otros propulsores más convencionales. El primero de ellos fue el propio VR6 que le dio vida, pues el cilindro extra ayudaba a un desarrollo superior de potencia y lo hacía más versátil. Asimismo, en esas épocas de exploración, Volkswagen comenzó a apostar fuertemente por los motores turbocargados, surgiendo el famoso 1.8L turbo, que tenía más potencia, mejores consumos y mejores emisiones que el V5, y se podía montar en los mismos vehículos.
Además, la arquitectura tan inusual (era muy diferente a los motores de 5 cilindros que actualmente se utilizan en Audi RS3 o CUPRA Formentor VZ5) lo hacía menos competitivo y más caro de producir en comparación a fórmulas más tradicionales de seis o cuatro cilindros.