Cuando Uber desembarcó en México, allá por el año 2014 representó un respiro para todos los que estábamos un poco hartos de la inseguridad, tarifas abusivas, malos tratos, altanería y demás “chuladas” de los taxis que operan en la Ciudad de México. Vehículos particulares, conductores con corbata y modales amables, botella de agua y además ¡precios más económicos! Fue como un oasis en medio del desierto.
Sin embargo, con el pasar de los años y como regularmente sucede en nuestro país, el servicio de Uber fue bajando de calidad, al tiempo que se sumaron otros factores, como la inseguridad a bordo de sus unidades, las abusivas tarifas dinámicas y el creciente descontento de sus conductores, quienes un buen día dejaron la corbata en casa y dejaron de comprar botellas con agua.