
Cuando uno piensa en el CEO de una marca como Bugatti, se imagina una cochera con superdeportivos como el Chiron o el Centodieci. Pero Mate Rimac, el jefe de Bugatti-Rimac, reveló que su auto de uso diario es un Volkswagen Golf. Eso sí, no se trata de un Golf común, sino de uno de los más especiales que ha fabricado la marca: un Golf R32 de quinta generación.
Este modelo 2005 marcó el inicio del linaje de Golfs de alto desempeño, con un motor VR6 de 3.2 litros, tracción integral 4Motion y una transmisión DSG de seis velocidades. Con 247 caballos de fuerza, fue más potente que el GTI de su época y más rápido que un BMW 330i de aquellos años. Rimac eligió este auto no por estatus, sino por pasión.
"Lo compré porque era el coche que siempre quise cuando tenía 19 o 20 años", confesó el ejecutivo en un video en su cuenta de Instagram.
El R32 es un verdadero objeto de culto entre los entusiastas de los hot hatchbacks, y Rimac no es la excepción. Aunque conserva el auto tal como salió de fábrica, ha manifestado su interés en crear un restomod, es decir, una restauración con mejoras modernas. Planea elevar la calidad del interior y actualizar el sistema de infoentretenimiento, sus dos principales quejas del modelo.
“Con algunos ajustes, podría ser un hot hatch increíble”, aseguró.
Este enfoque no sorprende si se considera que Rimac es el responsable de evitar que Bugatti se convirtiera en una marca de SUVs eléctricos. Al tomar el control de la firma francesa, detuvo un plan para lanzar un SUV de lujo y en su lugar aprobó el desarrollo del Tourbillon: un superdeportivo con motor V16 atmosférico de 8.3 litros.
Rimac no es el único CEO que prefiere manejar por gusto y no por ostentación. Christian von Koenigsegg aún conserva el Mazda Miata que compró a los 19 años, e Ivan Espinosa, jefe de Nissan, va diario al trabajo en su Z. Son ejemplos que mantienen viva la esperanza de que la Motorpasión por los autos divertidos no desaparezca, a pesar de la electrificación y la fiebre por los SUV entre todas las marcas.