Hace 65 años, Ford presentó el Nucleon, un prototipo de automóvil que llamó de inmediato la atención no sólo por su futurista diseño, jamás antes visto en el mercado, sino porque recurriría a la energía nuclear para ponerse en movimiento, gracias al uso de un reactor nuclear compacto en lugar de equiparlo con un motor de combustión interna convencional.
Sin embargo, el Nucleon nunca dio un paso más allá de la fase de prototipo, pues surgieron muchas preocupaciones y desafíos relacionados con la seguridad y la viabilidad de utilizar la energía nuclear en un vehículo de uso diario, por lo que tan pronto como fue presentado, el proyecto terminó enlatado por los problemas derivados del uso de esta tecnología.
Los creadores de este prototipo dieron prioridad al reactor nuclear frente a otros apartados, como la habitabilidad y prestaciones, sin embargo, se dieron cuenta rápidamente de que su producción nunca podría ser posible con el conocimiento que había sobre energía nuclear en aquel momento.
El principal inconveniente que ha acompañado a esta fuente de energía es la gran cantidad de calor que emana del reactor. A gran escala, esto se puede controlar gracias a los grandes depósitos refrigerantes que hay en las centrales nucleares. Sin embargo, en la industria del automóvil esto no es posible, por lo que el exceso de calor es difícilmente controlable. A pesar de ello, Ford determinó que el Nucleon era capaz de alcanzar una autonomía de 8,046 kilómetros sin necesidad de tener que recargar el pequeño reactor que en su interior.