La leyenda del marajá indio que se vengó de Rolls-Royce usando sus coches de lujo para recoger la basura

La leyenda del marajá indio que se vengó de Rolls-Royce usando sus coches de lujo para recoger la basura
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Allá por el año 1920, un marajá indio, desprovisto de su indumentaria real, visitó una flamante sala de exposición de Rolls-Royce en Londres. Al interesarse por los vehículos, fue tratado de forma despectiva por el comercial, y elaboró un plan de venganza bastante sofisticado para arruinar la reputación del fabricante inglés.

Una leyenda bastante difícil de corroborar y con varias versiones, pero que lleva años circulando acompañada de imágenes que representarían, supuestamente, los hechos. Quizá la versión más interesante es la que protagoniza el marajá de Alwar.

Así acabó un paseo de incógnito

Maharaja De Alwar

Para entender el contexto de esta historia debemos tomar como base histórica un periodo poco amable para India (y otras naciones): la segunda era del imperialismo británico. Victoria I de Inglaterra fue además de monarca británica, la primera emperatriz de la India desde 1877, abriendo la veda a sus sucesores.

Esto significa que India se convirtió en colonia de explotación británica ya desde 1498 en la primera era colonial y no fue hasta 1947 cuando nacieron dos nuevos estados y con ellos la independencia: Pakistán Oriental (la actual Bangladesh) y Pakistán Occidental (ahora Pakistán).

Hasta entonces las tensiones entre ambos países eran evidentes y alimentan los cimientos de esta curiosa historia. Corría el año 1920 (con Jorge V en el trono británico) cuando Sir Jai Singh Prabhakar, el que era marajá del estado indio de Alwar, viajó a Londres.

Lo hizo no obstante de incógnito, y dio la casualidad de que llamó poderosamente su atención un concesionario de la marca de coches más inglesa posible: Rolls-Royce.

Prabhakar entró para interesarse por los modelos expuestos y conocer sus características y su precio, pero al más puro estilo 'Pretty Woman' (y perdón por la analogía), fue tratado con desprecio por los comerciales, que le invitaron a marcharse.

El marajá, lejos de montar un espectáculo, se fue por donde había venido y empezó a tejer en su mente la famosa venganza. Pidió a sus ayudantes que organizaran una visita a ese mismo concesionario para una gran autoridad de la India, sabiendo que la situación iba a ser muy diferente.

Y así fue.

La leyenda cuenta que se presentó en el concesionario de Rolls-Royce ataviado con sus mejores galas y joyas y fue recibido con una alfombra roja y todos los honores. Prabhakar se interesó por nada menos que seis modelos, los probó, los compró todos y mandó que se los enviaran a su país natal.

Una vez allí, el monarca ordenó al gobierno local de Nueva Delhi que usara las seis joyas artesanales que había comprado en Londres para recoger la basura de las calles de la ciudad. La imagen que tenemos en la cabeza —pues no hay documentos gráficos— es la de estos bellos modelos cubiertos de deshechos, en un penoso desfile por las calles de Nueva Delhi.

Al trascender la noticia y con un descenso de las ventas, dicen que Rolls-Royce se apresuró a disculparse por su actuación y como forma de pagar por el desagravio, envió otras seis unidades al monarca indio, que aceptó gustosamente tras su venganza.

Lo que hay detrás de la leyenda

Hasta aquí tenemos una historia bastante curiosa que, sin embargo, nadie sabe de dónde surgió o si es cierta. Parece que todo empezó con la fotografía de un vehículo ataviado con dos escobas en las ruedas delanteras y que se cree que pertenece a uno de los Rolls-Royce usados para recoger basura.

Lo cierto es que no es un Rolls-Royce, y lo más seguro es que esas escobas se dispusieran de esa forma para evitar por entonces pinchazos en las ruedas al barrer objetos afilados.

La anécdota además se atribuye a varios reyes diferentes, como el marajá de Alwar, el de Patiala o al Príncipe de Bharatpur, entre otros. Hay una historia alternativa con el Marajá de Alwar en la que se describe la historia de la única familiar real india a la que se le permitió comprar cualquier automóvil, excepto un Rolls-Royce.

Cuenta esta historia que el monarca acudió a un concesionario de Mayfair, en Londres, y se encaprichó con un Rolls-Royce Phantom II Tourer. El joven vendedor le contestó de forma poco educada que se olvidara de ese modelo, así que el marajá decidió comprar siete vehículos con una condición: que el vendedor los llevara él mismo a la India.

Cuando los siete modelos se dispusieron frente al majestuoso palacio, en presencia del joven, el monarca dijo que probablemente eran la única familia real a la que se le había permitido comprar cualquier modelo, como se podía observar, pero ni un solo Rolls-Royce.

La imagen de portada es meramente ilustrativa y pertenece al Rolls-Royce Silver Ghost (1920-1922). Fuente: Rolls-Royce.
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