La Cámara de Diputados analiza reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas a la semana. Es una gran noticia, sobre todo al saber que México es uno de los países donde más horas se trabaja, pero desde hace mucho existe una solución con la que ya nos sobrarían varias horas cada semana, sin trabajar menos: el home office.
Entre las “horas invisibles” de una jornada laboral se encuentran los enormes tiempos de traslado en grandes ciudades, como Ciudad de México. De acuerdo con datos de la Secretaría de Economía, el promedio de tiempos de traslado al trabajo en Ciudad de México es de 45.9 minutos. Es decir, 7 horas y 39 minutos considerando trayectos de ida y vuelta cada semana.
Ciudad de México se encuentra en la 13ª posición en el ranking mundial de ciudades con mayor congestionamiento vial, realizado por TomTom. El estudio menciona que, en promedio, un automovilista tarda 25 minutos por cada 10 km de viaje. En términos de gasto de combustible —en promedio— son 8,951 pesos cada año.
El verdadero problema de los tiempos de traslado no se encuentra, como tal, en el tiempo, sino en su impacto en la salud. Independientemente de la contaminación generada por automóviles —que equivale casi a una tonelada por persona—, los embotellamientos generan estrés. El IMSS reveló que el 75% de los mexicanos padecen fatiga por estrés laboral, una cifra por encima de países como China o Estados Unidos. A largo plazo, el estrés detona depresión, ansiedad, riesgos de adicciones y problemas de salud física asociados a sobrepeso, e incluso accidentes cardiovasculares.
La reducción de las horas laborales a la semana ayudaría a mejorar la calidad de vida, pero no atiende el estrés derivado de los tiempos de traslado. Con la implementación de home office, desde el punto de vista de la movilidad, cada semana ya nos sobrarían casi 8 horas. Si además se implementara con la Reforma Laboral del Artículo 123, sumarían 16 horas libres cada semana.
