La multa por exceso de velocidad más alta registrada oficialmente se impuso en Suiza en enero de 2010, cuando un tribunal del cantón de St. Gallen condenó al conductor de un Ferrari Testarossa a pagar más de 247,000 euros tras haber sido detectado por un radar circulando a 137 km/h en un tramo limitado a 80 km/h, un importe que figura oficialmente en el Guinness World Records.
Vale la pena señalar que el importe de la multa no fue arbitrario. En Suiza los jueces no fijan las multas basándose en tabuladores según la infracción, sino por el impacto real que deben tener en el bolsillo de cada conductor.
En ese sentido, la legislación suiza contempla un modelo de multas proporcionales a los ingresos del conductor, en lugar de establecer una tabla de precios fijos, como sucede en México y en muchas otras partes del mundo. Eso aplica un factor de equivalencia con respecto a la capacidad económica, haciendo que las sanciones realmente tengan un carácter disuasorio.
Una sanción de 200 euros para una persona que cobra un sueldo de 16,000 euros puede ser un motivo de peso para que levante el pie del acelerador, pero esa misma cifra resulta insignificante para alguien con un patrimonio de varios millones de euros.
En el caso del conductor del Ferrari Testarossa, la sanción se disparó porque el conductor declaraba un patrimonio que superaba los 22 millones de dólares y acumulaba antecedentes por infracciones similares. Para las autoridades suizas, la multa debía reflejar no solo el riesgo cometido, sino también el impacto económico que debía generar.
Finlandia comparte una filosofía similar a la que se aplica en Suiza, pues también existen multas calculadas según ingresos, con precedentes que han superado los 120,000 euros.
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