Elon Musk y Donald Trump terminan, y Tesla resiente (una vez más) los berrinches de su CEO

Elon Musk y Donald Trump terminan, y Tesla resiente (una vez más) los berrinches de su CEO
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A menos que vivas debajo de una piedra, seguramente ya te enteraste: la relación entre Elon Musk y Donald Trump estalló públicamente esta semana, y Tesla fue el primer damnificado.

La automotriz perdió 152 mil millones de dólares en valor de mercado el jueves 5 de junio, su peor caída bursátil desde 2020. Todo sucedió a medida que subían de nivel los dimes y diretes de Musk en 𝕏, por un lado, y en Trump por el otro, en Truth Social. Que si republicano nunca hubiera ganado las elecciones si no fuera por el impulso del dueño de 𝕏 y Tesla. Que si Musk enloqueció cuando Trump lo corrió del gobierno.

Para cuando el presidente estadounidense sugirió terminar todos los contratos de empresas de Musk con el gobierno, así como retirar los subsidios, las acciones de Tesla caían en picada. Más de 150 mil millones de dólares evaporados en cuestión de tres horas.

Aunque el viernes recuperó cerca del 4%, el daño ya estaba hecho y la incertidumbre persiste: el expresidente de Estados Unidos no tiene intenciones de reconciliarse con su antiguo aliado, según informó un funcionario de la Casa Blanca a Reuters.

Lo que construimos se acabó

Todo comenzó con una crítica de Musk al nuevo paquete fiscal de Trump, el cual propone eliminar el crédito fiscal de 7,500 dólares para autos eléctricos hacia finales de 2025. Trump respondió con amenazas: recortar subsidios y contratos gubernamentales a las empresas de Musk, como Tesla y SpaceX. La tensión escaló rápidamente en redes sociales.

Musk acusó al presidente de traicionar sus promesas de reducir el gasto público, pidió su destitución y lo vinculó (aunque sin pruebas) con el caso Jeffrey Epstein. Trump, por su parte, lo calificó de “loco” y aseguró que le pidió renunciar al Departamento de Eficiencia Gubernamental, donde Musk había sido parte clave del gabinete.

Trump Y Musk

El cruce de declaraciones terminó por impactar a Tesla en uno de sus momentos más delicados. Según Xataka, la posible eliminación del subsidio afectaría directamente las ventas y el margen de beneficio de la automotriz, con pérdidas estimadas en 1,200 millones de dólares anuales, de acuerdo con JPMorgan. A esto se suma la posibilidad de perder contratos federales por hasta 3,000 millones de dólares que hoy benefician a empresas del emporio Musk, según datos citados por The New York Times.

El choque con Trump representa más que un choque entre multimillonarios: es una amenaza real para Tesla en el plano regulatorio. El Departamento de Transporte estadounidense, bajo control federal, tiene la última palabra sobre los estándares de vehículos autónomos. De concretarse las represalias, el desarrollo de los robotaxis sin pedales ni volante que Musk promueve podría enfrentar trabas bastantes decisivas.

La marca también sufre en lo simbólico. Después de que Musk respaldara abiertamente a Trump tras el atentado fallido que sufrió cuando era candidato presidencial, Tesla vio una ola de apoyo de votantes republicanos. Por otro lado, esto acarreó el respectivo odio de los liberales hacia los coches de Tesla y a sus conductores, quienes llevan meses siendo el blanco de huevos podridos, pintas y todo tipo de daños a sus vehículos.

Sin embargo, con esta ruptura, analistas advierten que la marca podría quedar en tierra de nadie.

“Con Musk alejando a los republicanos, ya no queda nadie que sostenga la percepción positiva de Tesla”, dijo a Reuters Evan Roth Smith, estratega político de Slingshot Strategies.

La historia entre ambos personajes ya parecía improbable desde el inicio. Trump, magnate inmobiliario de Nueva York, de 78 años; Musk, inmigrante sudafricano y magnate tecnológico, de 53. Pero encontraron terreno común en su habilidad de acaparar titulares y polarizar la conversación pública. Tras meses de colaboración, cenas en Mar-a-Lago y nombramientos estratégicos, su relación implosionó “como una supernova”, según calificó un columnista de AP.

Ahora, la pregunta es si podrán dar marcha atrás o si esta ruptura marcará un punto de no retorno. De momento, lo cierto es que los berrinches digitales de Musk vuelven a costarle caro a Tesla, y sobre todo al bolsillo de sus inversionistas.

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