Hoy en día el poderío que pueden llegar a alcanzar algunos vehículos es algo que hace años era inimaginable y aunque esta historia tan peculiar es ya conocida por algunos, otros no saben que este modelo logró grandes reconocimientos gracias a su motor de avión.
La historia data de los años 60 cuando un ingeniero inglés de nombre Paul Jameson decidió colocarle a un vehículo que él mismo diseñó, un motor Merlin V12 de un avión Spitfire y aunque la idea por sí sola ya era bastante alocada, el resultado no fue el esperado pues Paul no logró encontrar una transmisión que fuera acorde al gran motor de 27L.
Con el pasar de los años dicho proyecto quedó en el olvido, sin embargo, posteriormente llegó al “rescate” John Dodd, quien se convirtió en el nuevo dueño de tan raro vehículo y resolvió dicho problema con una caja automática de cuatro velocidades modificada y un propulsor de Rolls-Royce.
Al proyecto final se le nombró como “La Bestia” haciendo honor a lo que habían logrado, pues ofrecía una potencia que estaba entre los 750 hp y los 1,000 hp, alcanzando una velocidad máxima de 310 km/h.
Con tal poder el modelo llamó la atención de Guinness haciéndose acreedor al reconocimiento como el auto de producción más rápido del mundo en 1977.
Ahora bien, la historia no terminó allí, pues Rolls-Royce al enterarse que estaban involucrando el nombre de la firma, inició una disputa legal contra John Dodd, quien finalmente perdió ante los reclamos de la compañía.
Hoy en día “La Bestia” se encuentra bajo subasta bajo la casa Car and Classic, misma que se llevará a cabo en estos días.
