Ningún país vende tantos autos al año como China. Es el mercado más grande del mundo, pero ni así se libra de ciertas prácticas que están poniendo en riesgo el negocio de cientos de sus concesionarios: para cumplir con las exigentes cuotas de cada mes, algunas agencias terminan comprando sus propios autos para incluirlos en el reporte de ventas mensual, y luego los revenden como usados de 0 km. La estrategia era sostenible a corto plazo, hoy enciende alarmas.

De acuerdo con Reuters, la situación se está saliendo de control. Entre precios cada vez más agresivos —que dejan cada vez menos margen de ganancia a las agencias— y objetivos de ventas más y más altos, muchos concesionarios han quedado entre la espada y la pared: los fabricantes los saturan de inventario y las propias agencias terminan comprando el excedente, pero luego no encuentran consumidores para deshacerse de todo ese inventario extra.
Todos esos autos nuevos, vendidos como usados, empiezan a acumularse en las tiendas de diferentes marcas. Reportes locales incluso señalan que en regiones como Shandong, 20 agencias de BYD se han visto obligadas a cerrar debido a la situación.
Por tal motivo, las agencias de autos están presionando a las marcas de autos para que definan objetivos de ventas y producción congruentes, que no pongan en riesgo la rentabilidad de sus negocios ni les obliguen a quedarse con inventarios de los cuales no puedan deshacerse fácilmente.
Al final, parece que el intermediario entre marca y cliente es quien peor lo está pasando en la guerra de precios de autos eléctricos en China. El propio gobierno chino ha alertado a sus marcas que deben detener la reducción de precios o terminarán rompiendo el mercado.
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