Entre una pick-up, un auto eléctrico y hasta un deportivo, MG no planea quedarse quieta en lo que resta del año. La marca prepara toda una ola de lanzamientos en México, y dos de ellos ya pasaron por nuestras manos. Los MG 3 y MG 7 son diametralmente opuestos, pero tienen algo en común: pistan un terreno desconocido hasta ahora por los chinos.
Comencemos por el más pequeño. El MG 3 tiene el tamaño de un Ibiza y la intención de abrirse paso entre los hatchbacks de Europa y de Latinoamérica. Al ser uno de los modelos más nuevos de MG, su estilo tiene toda la genética del One y del GT: un frente afilado, una parrilla grande, branquias a los costados de la fascia y calaveras en forma de hoja. Su diseño, lejos de dividir opiniones, busca gustar a la mayoría. Es subjetivo, pero creo que lo logra.
Lo más interesante de este hatchback no está en cómo se ve ni en qué tan equipado pueda estar. Su as bajo la manga está en el cofre. Además de la versión a gasolina —cuyas specs aún están por confirmarse—, el MG 3 llegará a México con el sello Hybrid+, es decir, con un motor de 1.5 litros de ciclo Atkinson combinado con un propulsor eléctrico para un total de 190 hp. Sí, tan pequeño como lo ves, este auto tiene 190 hp.
La gracia de su sistema híbrido es que el motor principal no es el de gasolina, sino el eléctrico. La mayoría de los autos híbridos llevan motores eléctricos poco potentes, pero el del MG 3 por sí mismo desarrolla 136 hp, a los que se suman hasta 100 hp del de combustión. El resultado es un auto que acelera con contundencia y, a diferencia de la mayoría de los híbridos, puede recuperar velocidad fácilmente. Es decir, no sólo el arranque es bueno; si tienes prisa en llegar de 80 a 120 km/h, el MG 3 lo consigue sin dificultad.
Por los números podrías pensar que hay algo de sensaciones deportivas en su manejo, pero no. Aunque la aceleración es buena, no estamos ante un auto de tacto deportivo. El MG 3 es un hatchback cómodo y rápido, pero no juguetón como un Swift Sport. El chasís opta por reacciones suaves y apoya bien en curvas, sin demasiado movimiento de carrocería ni una suspensión saltona; la dirección además transmite confianza, pero el conjunto no tiene la firmeza de un auto deportivo. Es un hatchback que se apoya mucho en su motor eléctrico —de ahí la respuesta ágil— para ahorrar combustible y triunfar en ciudad.
Quizá su aspecto aspecto más tibio sea el interior. El diseño luce fresco y es fácil de operar, pero la selección de materiales es algo modesta. Hay un par de piezas forradas en PVC con costuras visibles, aunque lo cierto es que la mayoría del tablero opta por plásticos de tacto rígido. No se siente económico, pero tampoco deslumbra por refinamiento. Al final, el MG3 apunta a un precio bajo. Sacrifica una cabina más ostentosa en pro de una configuración híbrida interesante y de una buena dosis de equipamiento.
No sabemos cómo llegará a México. A nivel global, entre sus opciones y versiones se encuentran una pantalla de 8”, un pequeño cuadro de instrumentos digital, llave inteligente, A/C automático, cámara y sensor de reversa, freno de estacionamiento eléctrico y algunas asistencias avanzadas de manejo.
Dado que la producción ya arrancó, no deberá faltar mucho para ver al MG 3 en México. Todavía no tenemos información sobre precios y versiones. La gama deberá arrancar en torno a 300,000 pesos para la versión a gasolina y terminar por ahí de 415,000 pesos para el Hybrid+ que, de ser así, se convertiría en el auto híbrido más barato de México.
El MG 7 es todo lo que el GT quiso ser
Pasemos al MG 7. Cuando vi sus primeras fotos, hace poco más de un año, me pareció un auto tremendamente llamativo. Lo mismo me había sucedido con el MG GT en su momento. En mi mente, el Siete era eso: la fórmula del GT replicada en un auto más grande, que apostaría muchísimo por el diseño, pero poco a las sensaciones deportivas. Me equivoqué.
Sus números no impresionan, pero los 280 hp y las 298 lb-pie de su motor turbo de 2.0 litros tampoco suenan mal. La gracia del MG 7 no está en una aceleración de infarto —porque no la tiene— sino en la experiencia de manejo. Tiene juguetes que sólo encontrarías en autos deportivos de gama superior, como un sistema de escape activo que vuelve más ronco el sonido con sólo apretar un botón. Ojo, el sonido es real. Tan real como las cuatro salidas de escape. También hay un alerón escondido en la tapa de la cajuela, que se despliega al activar el interruptor; no sé si sea funcional o no, pero el detalle es chulo. También tiene un diferencial electrónico de deslizamiento limitado.
Durante la breve prueba de manejo pude sentir un auto mejor plantado de lo que esperaba. El MG GT no se maneja tan bien como se ve; el MG 7 sí. No lo consideraría plenamente deportivo, pero sí invita a pasar rápido por curvas y, en general, a divertirse. La dirección responde rápido y la caja reacciona con agilidad —excepto cuando lo operas desde las paletas—. Es una transmisión automática de nueve velocidades desarrollada por ZF.
A bordo persigue el mismo concepto de aviación que el MG One. Basta mirar el interruptor de encendido en la consola central, el acomodo de las pantallas o el diseño del volante. Los acabados no dejan lugar a reproches, los asientos tienen diseño deportivo y el equipamiento apunta a convertirlo en un gran turismo, es decir, un auto potente y ágil, pero cómodo, espacioso y completo.
No hay fecha concreta para su lanzamiento. Todo apunta a que llegará a México hacia la recta final de este mismo año, con Camry, Accord y Altima en la mira. Sí, cuando todos deciden eliminar sus sedanes, MG se aventura a lanzar uno. Podría funcionar si aciertan con el precio. Mi pronóstico es que rondará los 700,000 pesos. De ser así, supondría una opción interesante por el equilibrio entre desempeño, estilo y tecnología.