En múltiples ocasiones China ha demostrado que son capaces de aprovechar cualquier oportunidad para seguir creciendo como potencia mundial, y ahora están utilizando el calentamiento global a su favor y sin dañar aún más al planeta.
Anteriormente les contamos cómo el gigante asiático logró que sus embarcaciones cruzaran el Mar Rojo sin ser atacados, ahorrando dinero y tiempo, y recientemente encontraron una manera más fácil de llegar a Europa: cruzar el Ártico.

Hasta hace unos años esto no hubiera sido posible, sin embargo, el deshielo en la zona provocado por el aumento de la temperatura global permitió que China use a su favor este problema, pues por primera vez el buque carguero “Istanbul Bridge” llegó a Reino Unido cargado con más de 4,000 contenedores repletos de baterías de litio, paneles fotovoltaicos, entre otros elementos utilizados en la producción de autos eléctricos, y lo más impresionante es que lo hicieron en la mitad del tiempo en comparación con una ruta tradicional.
Originalmente la ruta estaba pensada para 18 días, pero debido a inclemencias del tiempo frente a Noruega tardaron 20 días en hacer el recorrido desde el puerto de Ningbo-Zhoushan, hasta Felixstowe, Reino Unido. Realmente es muy poco tiempo, si consideramos que un viaje normal con los mismos puntos de salida y llegada toma entre 40 y 50 días.

De acuerdo con Global Times, esta condición abre ventanas temporales, por lo que los buques sólo podrán navegar en ciertos meses, no obstante, representa un enorme beneficio para las compañías chinas, debido a la reducción de tiempo, que se traduce en menores costos operativos, además de una mayor rentabilidad para las empresas asiáticas, que paralelamente se vuelven más competitivas (algo bueno para ellos en el contexto geopolítico actual).
Asimismo, se agilizan las cadenas de producción y son viajes más seguros, debido a que no se tienen que cruzar regiones con inestabilidad política, librándose de piratas o conflictos que ponen en riesgo a la tripulación y la mercancía.
Otra ventaja de que sea un trayecto más corto y directo es la reducción de emisiones, mientras que la temperatura fría ayuda a mantener en buen estado los componentes tecnológicos que se envían, y al ser aguas más calmadas también baja el riesgo de dañar los artículos o al propio barco.
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