En mayo pasado, durante el Kenshiki Forum, donde Toyota presenta sus novedades y planes a futuro, la compañía incidió en el hecho de que no se centrarán en los coches 100% eléctricos, aunque sí seguirán trabajando en ellos, por lo que la marca tendrá opciones de todo tipo: combustión interna con gasolina, híbridos convencionales, híbridos enchufables, eléctricos, con pila de combustible de hidrógeno e, incluso, de combustión con hidrógeno.
“Debemos considerar todas las opciones y trabajar en todas las direcciones. Como empresa, hemos sido muy consecuentes al afirmar que estamos luchando contra el CO2. Cuando el término ‘neutralidad de carbono’ se hizo popular, nosotros como empresa dijimos que el enemigo es el CO2. Esa es la base de nuestra decisión. No ha cambiado ni cambiará”, señaló sobre este plan, Akio Toyoda, presidente de la compañía.

Como referencia, Toyota ha vendido hasta ahora alrededor de 27 millones de coches híbridos. Esto, según diferentes datos, tiene el mismo efecto que vender cerca de nueve millones de vehículos 100% eléctricos, en término de reducción de emisiones. Además, Toyoda también apuntó que la marca no sólo debe mirar este punto, sino que debe estar compensado con la propia asequibilidad de sus modelos.
Deben ser accesibles para la mayoría de bolsillos, por ello, una vez que la marca pueda ofrecer vehículos eléctricos realmente accesibles, es más que probable que se incida más en este tipo de mecánica y comience a expandirse en su oferta de coches. Ahora, todo apunta a que ese momento finalmente llegó.

Decimos esto porque Toyota y Sumitomo Metal Mining, dos pesos pesados de la industria japonesa, unieron esfuerzos en un proyecto que podría marcar un antes y un después en la electrificación del transporte. Ambas compañías avanzan en el desarrollo y la futura producción a gran escala de materiales de cátodo destinados a baterías de estado sólido para vehículos eléctricos.
Vale la pena apuntar que las baterías de estado sólido no utilizan un electrolito líquido, como las de ion-litio convencionales, sino uno sólido, que permite un diseño más compacto, seguro y duradero; una tecnología que promete una mayor densidad energética, menos riesgo de incendio y tiempos de carga notablemente más cortos.

Toyota espera lanzar vehículos eléctricos equipados con esta tecnología entre 2027 y 2028, en lo que podría ser un punto de inflexión en la transición energética global. La clave del avance está en resolver desafíos, como la degradación de los materiales del cátodo, un problema que compromete la vida útil y eficiencia de estas baterías en condiciones reales de uso.
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