El calor sí puede hacer que una llanta se reviente, pero no va a ser culpa de la temperatura

El calor sí puede hacer que una llanta se reviente, pero no va a ser culpa de la temperatura
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Mucha gente da poca importancia al papel que juegan los neumáticos de un vehículo, sin embargo, debemos tener muy presente que son los únicos componentes de todo el coche que tiene contacto con el pavimento, ¿ahora todo tiene más sentido, cierto?

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Del mismo modo que sucede con el frío, las altas temperaturas pueden afectar el desempeño de las llantas, pero cuando escuchamos que una llanta reventó o explotó, es el resultado extremo de nuestra negligencia como usuarios, por ejemplo, cuando el neumático no está a la presión de inflado correcta, cuando existe sobrecarga por exceso de peso en el coche, cuando la banda de rodadura está excesivamente desgastada o dañada debido a una mala reparación, cuando aparecen chipotes tras un impacto o cuando se ha realizado un seccionado de la llanta.

En ese sentido, vale la pena destacar que la práctica del seccionado, que utilizan muchas vulcanizadoras para tratar de rescatar un neumático dañado, consiste en cortar y raspar la sección dañada, cerrarla con hilo y aguja, aplicar un pegamento, poner un parche vulcanizado y, finalmente, con una máquina seccionadora, fundir los hules para sellar todos los orificios y dejar un acabado aceptable.

Sin embargo, el seccionado de llantas es una medida de emergencia cuando no se tiene la posibilidad de adquirir un neumático nuevo en ese momento, o la llanta de refacción no es funcional o no se tiene, o si no nos alcanza para pagar una grúa para remolcar nuestro vehículo hasta el destino final. No olvidemos que, aunque esté reparado, sigue siendo un neumático dañado, el cual comprometerá en gran medida nuestra seguridad.

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Y es que, cuando la llanta se abre en alguno de sus costados, difícilmente se puede reparar, pues no sólo el caucho se corta, sino que también los alambres y fibras textiles de la estructura interna de la llanta se rompen, lo que provoca que ya no tenga soporte.

Si bien es cierto que en calor extremo la temperatura a la que se encuentra el asfalto puede ser hasta 10 grados más alta que la temperatura ambiente, es decir, si hace 38º C, la temperatura del asfalto puede superar los 48º C con facilidad, y que eso conlleva a un incremento de la presión interna del aire de la llanta, lo cierto es que difícilmente un neumático sano estallará por esa acción.

Si la llanta está inflada a la presión que marca el fabricante, se tendrá una tolerancia segura en el incremento de presión, de alrededor del 20%, sin embargo, si la llanta está inflada a una presión superior marcada por el fabricante, entonces podría existir el riesgo de que reviente, pero sólo bajo esa circunstancia, sin olvidar los otras factores mencionados.

Como podemos observar, que un neumático reviente se reduce a prácticamente tener una presión de inflado no adecuada, más que la acción como tal de las altas temperaturas. Una buena medida de protección para mantener una temperatura constante en la llanta es llenarla con nitrógeno, un gas cuya principal característica es que, al no contener humedad, no se expande ni se contrae con el cambio de temperatura dentro del neumático mientras está en movimiento, cosa que sí sucede con el aire del ambiente.

Con esto no queremos sugerir que el aire común sea malo o no sirva, pues se sigue y seguirá utilizando siempre para inflar neumáticos, pero el nitrógeno tiene otras cualidades. Cuando llenamos con nitrógeno, al estar en estado puro, todas sus moléculas son exactamente iguales, y la presión que ejercen contra las paredes de la llanta es la misma, no hay deformación ni en la banda de rodamiento ni en las caras o flancos de la llanta; además, al no tener humedad y ser un gas frío, tampoco hay contracción ni expansión del gas por efecto de la variación de la temperatura.

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Esto es una gran ventaja porque, por ejemplo, si la presión al interior del neumático está calibrada en 32 libras con aire común y salimos a carretera y hace mucho calor, la lectura puede aumentar hasta 38 o más libras debido a la humedad, y esto en un neumático en malas condiciones, o que ya fue reparado, puede provocar un percance de suma importancia, pues puede llegar a reventar.

Sin embargo, no podemos negar el hecho de que sí existe una disminución del desempeño del neumático debido a las altas temperaturas. En ese sentido, Firestone señala que, por efecto del calor, si la presión es inadecuada, la banda de rodamiento, al tener más contacto con el suelo, se calentará antes y como consecuencia se desgastará más rápido, disminuyendo su vida útil hasta en un 15%. Además el consumo de combustible se verá afectado hasta en un 10% más de lo normal, ya que el esfuerzo para rodar será mayor.

Del mismo modo que el frío hace que el caucho se vuelva más rígido, el calor merma los compuestos químicos de la goma. El resultado es que esta se vuelve más frágil y blanda. Por este motivo, es indispensable que revises el estado y la profundidad del dibujo. De acuerdo con la normativa, la profundidad no debe superar los 1,6 mm y es recomendable cambiar el neumático cuando esta sea inferior a 3 mm. Revisa el estado de las llantas de tu coche.

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