Si alguna vez te has preguntado si manejar un auto eléctrico, equipado con grandes paquetes de baterías, podría convertirlo en un objeto radioactivo, un nuevo estudio acaba de dar a conocer una noticia tranquilizadora, pues resulta que los coches eléctricos no son las cámaras de radiación sigilosas que algunos podrían imaginar.
El club automotriz alemán, ADAC, se adentró recientemente en los campos electromagnéticos en los coches eléctricos y descubrió que en efecto, conductores y pasajeros están expuestos a la radiación, pero a niveles muy bajos.
De hecho, los resultados muestran que los vehículos eléctricos no son más peligrosos que cualquier otro vehículo moderno y, en algunos casos, emiten menos actividad electromagnética que los coches con motores de combustión interna.
Los campos eléctricos y magnéticos forman radiación electromagnética, una forma de energía que emana de dispositivos eléctricos. Las fuentes incluyen desde electrodomésticos y líneas eléctricas, hasta teléfonos celulares y el sol, que es una fuente natural.
Los campos electromagnéticos se clasifican en dos tipos principales: los de alta frecuencia, como los rayos X, que pueden dañar las células, y los de baja a media frecuencia, como los de las líneas eléctricas o microondas, que son no ionizantes y no se sabe que dañen el ADN directamente.
Bajo esa premisa, el estudio fue encargado por la Oficina Federal de Protección Radiológica de Alemania y consistió en probar 11 coches eléctricos, junto con un par de híbridos y un modelo convencional de gasolina.
Los ingenieros de ADAC colocaron diez sondas en un maniquí y lo movieron por al menos dos asientos, mientras los vehículos se conducían y cargaban. El objetivo era saber cuán intensos se vuelven los campos magnéticos en condiciones realistas y si alguno de ellos se acerca a los umbrales que los científicos consideran riesgosos.
Durante las pruebas en carretera, el equipo observó algunos picos breves en la intensidad del campo magnético durante aceleraciones y frenadas fuertes o cuando se activaban componentes eléctricos. Sin embargo, estos picos no son nada inusuales en un coche que depende de circuitos de alta tensión y motores eléctricos.
Según ADAC, los campos eléctricos y las densidades de corriente, que realmente surgirían en un cuerpo humano, bajo esas condiciones, permanecían muy por debajo de los límites recomendados. Los valores más altos se midieron en el espacio para pies, no cerca de la cabeza. En otras palabras, no ocurre nada dentro de la cabina que pueda afectar las células, nervios o marcapasos de un ser humano.
Un hallazgo sorprendente vino de una función que muchos de nosotros usamos con frecuencia: los asientos calefactados, que producen algunas de las lecturas electromagnéticas más potentes, y esto fue cierto no sólo en coches eléctricos, sino también en híbridos enchufables e incluso en el modelo de combustión interna que participó en el estudio, pero los números estaban lejos de ser peligrosos.
Las variaciones más notables ocurrieron en el espacio para los pies, cerca de las unidades eléctricas de transmisión y su cableado, mientras que la zona de la cabeza y el torso apenas registraban nada.
Al momento de poner a cargar los vehículos eléctricos tampoco hizo mucha diferencia. La carga de corriente alterna generaba lecturas más fuertes alrededor del tapón en el momento en que comenzó la sesión de recarga, pero estos niveles también se ajustaban a todas las reglas.
A pesar de su mayor potencia, la carga rápida de CC producía campos más débiles que la carga de corriente alterna más lenta. Así que no hay nada que temer.
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