Volkswagen Polo 2015, prueba (parte 1)

Somos unos racistas, nadie se escapa. Los fabricantes de autos lo son por decidir que en ciertos países no merecemos aquello que no pedimos —seguridad y tecnología—; y, los pocos que sí lo pedimos, lo somos por darle la espalda a tal o cual producto al pensar que es lo que creemos que es sólo por haber nacido donde nació. Quien no haya visto con malos ojos a los autos producidos en Brasil, que lance la primera piedra.

El hatchback Naranja Cobre que ves en las fotos es el nuevo Volkswagen Polo —entiéndase nuevo como la contracción de ahora fabricado en la India. ¿En la India? ¿Donde comer vacas está prohibido y la pobreza reina en casi todo el sobrepoblado territorio? Sí, ahí, y a menos que a diferencia de nosotros tú sí hayas estado ahí para confirmar estos hechos, preferimos que los tomes a manera de estereotipo creado por Hollywood —los mismos que nos montan en burros y nos ponen sombreros— no como una descripción de la realidad.

A partir de este párrafo, hagamos a un lado todo aquello que sabemos de la India y sus autos —que no han tenido muy buen embajador. Juzguemos al Volkswagen Polo 2015 como cualquier otro subcompacto hatchback; ya después tendremos oportunidad de explicar por qué preferimos al europeo. Perdón, sigamos.

Un borrón aquí, un nuevo trazo por allá...

Desde 2009, el Volkswagen Polo se había mantenido sin cambios estéticos. Su diseño encajó en casi todos los mercados donde se comercializó, pero llegó el momento en que una actualización era necesaria, sobre todo después de haber presentado la nueva generación del Golf y del Beetle, y de haber renovado al Jetta, la Tiguan y... prácticamente a toda la gama. El único que faltaba era el Polo.

Para 2015, el urbano alemán recibe una fascia más agresiva, que da cabida a tomas de aire más rudas y faros de niebla de nuevo diseño. Las calaveras, los faros, la defensa trasera y la parrilla también recibieron algunos retoques. Si somos muy observadores, también podremos notar que el poste B ya no está pintado en negro laqueado, únicamente se encuentra el plástico de acabado mate.

Lo demás permanece en su lugar. El Volkswagen Polo 2015 ahora luce más agresivo —con tintes del anterior Polo GTI— pero conserva su estampa discreta de Volkswagen gracias a los trazos rectangulares que el fabricante alemán ha ido evolucionando desde que el primer comprador de un Golf tiene memoria.

De serie, el Polo ofrece rines de 15", pero nuestra unidad de pruebas venía con unos de 16".

Bien, pero no excelente

Al abrir las puertas del Volkswagen Polo 2015, notaremos que el tablero es prácticamente el mismo que el modelo anterior. Es cuando tomamos el puesto del conductor cuando encontramos los cambios más notorios. A la vista, los acabados lucen más simples, desde el plástico que rodea al sistema de audio, hasta el volante que ya no se encuentra forrado en piel, pero que ya adopta el nuevo diseño de la casa.

Pero, como dicen, el diablo está en los detalles. Lo que a la vista no es tan evidente, se vuelve fácil de detectar al pasar las manos por encima. Los plásticos acolchonados que recubrían el tablero en el modelo anterior fueron sustituidos por unos más duros y brillosos. Sí, por aquí pasó la reducción de costos de los que la marca nos habló en octubre.

No está mal, pero...

El problema no es que el Volkswagen Polo 2015 sea de mala calidad —no lo es—, el problema es que nos acostumbramos al impecable europeo.

A estas alturas del artículo ya rompimos la promesa de no comparar al Polo con su antecesor, pero es inevitable. La buena noticia es que, aunque los acabados se perciben más sencillos, están muy bien armados. No importa si circulamos en calles olvidadas por el ayuntamiento, no hay ni un solo ruido proveniente de los ensambles.

En general, la sensación de calidad no es mala, pero... Polo fabricado en España, te echamos de menos.

Interior 'human-friendly'

Como todo Volkswagen —Beetle aparte— el interior apunta hacia la discreción y la facilidad de uso, más que a diseños enamoradizos. Palanca, perilla o botón que quieras usar, palanca, perilla o botón que está a la mano; todo está colocado donde uno esperaría encontrarlo sin que esto implique grandes distracciones. Eso sí, no hay mandos al volante y, ya hablando de ausencias, también echamos de menos una computadora de viaje.

Lo que sí hay es aire acondicionado, equipo de sonido con entrada auxiliar, conexión para iPod, Bluetooth con manos libres, seguros automáticos, espejos eléctricos, cuatro vidrios eléctricos de un toque, faros de niebla, dos bolsas de aire y frenos ABS —pero ahora con tambores en el eje trasero.

¿Qué nos gustaría? Versiones más equipadas con las que haya suficientes argumentos para competir contra Suzuki Swift GLX, Ford Fiesta SE o SEAT Ibiza Style. Es decir, con mandos al volante, más bolsas de aire, navegador e incluso quemacocos.

Continuará... Continúa.

Fotografía | Gerardo García

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