Esta semana se viralizó un video en el que un Ferrari Purosangue es destruido durante una persecución policiaca, pues era un vehículo robado y el ladrón simplemente no pudo controlar el vehículo. A decir verdad, esta no es la primera vez que un robo resulta frustrado, pero no precisamente por el trabajo de la policía…
Más allá de lo que algunas películas o videojuegos pudieran hacer creer, manejar un vehículo deportivo no es cosa fácil para una persona poco experimentada, reduciendo las probabilidades de éxito para un ladronzuelo (afortunadamente).
Aunque al final del día son automóviles, un deportivo es muy distinto a un auto convencional, y la lista de factores que marcan esta diferencia es amplia. De inicio, está el tema de la potencia, pues aunque muchos modelos no tienen miles de caballos de fuerza, sí cuentan con una relación peso/potencia muy equilibrada, lo que los hace muy briosos y un piquete al acelerador se traduce en un empuje inmediato.
Además, la gran mayoría de los deportivos son de tracción trasera y el grueso de los conductores en el mundo solamente han manejado coches de tracción frontal, por lo que el deportivo puede tener comportamientos o reacciones que el conductor simplemente no espera y evidentemente no sabe cómo contrarrestar (como se puede ver a continuación):
Entonces imaginen que un ladrón acelera a fondo, el vehículo va a entregar toda esa potencia de manera casi inmediata y seguramente se va a dirigir a las llantas traseras y en algunos modelos los neumáticos comienzan a giran muy rápido, hay una pérdida de adherencia (empiezan a patinar) y se pierde el control súbitamente.
Si a esto le agregamos un giro (una simple vuelta o pasar por una curva) o una superficie resbaladiza, es casi un hecho que se va a presentar sobreviraje y cuando el conductor se dé cuenta de la pérdida de control y quiera corregir, el automóvil ya se estrelló contra algo, o en el mejor de los casos solamente hizo un trompo.
Los frenos tampoco son un salvavidas, porque en un auto normal son suaves y progresivos, mientras que los de un deportivo son “potentes”, así que un exceso de fuerza en la pisada puede hacer que la transferencia de pesos sea muy brusca y el automóvil se descoloque (perdida de estabilidad y de control).
Y aunque los autos deportivos más modernos cuentan con varias asistencias y sistemas, no significa que es una tecnología que te va a convertir en piloto profesional inmediatamente, porque sólo ayudan a mantener el control, pero en un deportivo es muy fácil exceder los límites de la física y una vez que se sobrepasan no hay manera de recuperar el control del auto.
Regresando al caso específico del robo al cual hicimos referencia en el inicio de la nota, toda la situación era un cóctel perfecto para un desenlace negativo, pues más allá de la experiencia del ladrón, se le debe sumar la presión por parte de la policía, así como los golpes que recibió el Ferrari durante la persecución, pues es probable que tuviera algún daño en el eje trasero.
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