Los sistemas de entretenimiento parecen haber estado ahí por siempre, pero han venido mejorando al ritmo de la industria automotriz, rápida y constantemente. Actualmente un auto que no tenga por lo menos un radio, está incompleto. Sin embargo hubo un tiempo en que una radio en el auto era una verdadera maravilla, una opción de lujo, un derroche tecnológico, la magia que te podía hacer sentir conectado a la humanidad en el medio de la carretera más remota y solitaria.
La historia de la radio automotriz fue un poco diferente al del resto de componentes del auto porque no nació al mismo tiempo que el auto. Se concibió como un accesorio propiamente dicho. Los primeros automóviles eran básicos, elementales. Una radio en un auto era simplemente impensable. Hagamos un viaje al pasado.
Así iban los primeros radios en los autos
Las primeras estaciones de radio iniciaron transmisiones en la segunda década del siglo XX. Los propietarios de los autos de aquellos años querían llevar la prodigiosa novedad consigo y adaptaron aparatos de radio a sus autos. Galvin Manufacturing fue la primera compañía que ideo un adaptador de batería con el cual se podía adaptar una radio de casa en un auto.
A finales de la década de los veinte y principios de los treinta, aparecieron los primeros aparatos receptores de radio para autos fabricados específicamente con este fin. Estos aparatos de bulbos eran lo suficientemente compactos para que se pudieran llevar en los autos de aquellos años. Hay que aclarar que el término compacto no aplica a los estándares de hoy, aquellas radios pesaban alrededor de veinte kilos. Estas radios automotrices fueron producidas por Motorola una división de Galvin que se enfocaría en audio automotriz.
Conforme fueron avanzando las capacidades tecnológicas empresas como Blaupunkt en Europa avanzaron rápidamente en el desarrollo de más y mejores unidades receptoras hasta que Studebaker ofreció la primera radio marca Blaupunkt como opción de equipamiento original.
Durante la primera mitad del siglo XX la tecnología permitió la reducción de peso y el incremento de calidad de las radios para autos, las cuales solo eran capaces de sintonizar la banda de AM. Aparecieron los primeros aparatos con botones de sintonía predefinida y a mediados de la década de los cincuenta Chrysler fue el primer fabricante en ofrecer al público un sintonizador de transistores. Diez años después Motorola ofreció por primera vez un sintonizador de FM para autos. La primera revolución del audio automotriz había iniciado. Una nueva calidad de audio estaba al alcance de la mano de los automovilistas. La calidad del audio de FM era algo jamás imaginado antes en un automóvil.
Ya la década de los 60, se ofrecieron los primeros equipos de audio AM/FM con opción de reproducción de cintas 4 y después 8-Track, las que tuvo una vida breve pues fue rápidamente substituido por los aparatos AM/FM con reproductor de casete. En aquellos tiempos tanto derroche tecnológico en un auto era una locura. Esta tecnología permaneció hasta finales de los setenta.
Llegaron los ochenta y acompañados de la musica pop y el glam-rock la exigencia de potencia y fidelidad definieron el mercado. Unidades frontales cada vez más potentes crearon un nuevo mercado, fue la época del nacimiento de leyendas como el KP-500 de Pionner.
En esta época se dio también el boom de los componentes de aftermarket de audio: Amplificadores, ecualizadores, crossover, tweeter, medios, bajos, bocinas coaxiales se volvieron en términos de uso diario de cualquier aficionado a los autos. El audio se volvió por primera vez una condición por la cual tu vehículo podía pasar de ser uno de norma a ser todo un objeto de culto.
Esta década marcaría el fin de la época romántica y casi artesanal de los sistemas de audio. El mundo estaba al borde de la revolución tecnológica de las computadoras personales y los cambios que habían de venir transformarían para siempre los sistemas de entretenimiento de los autos.
Continuará...
