Mucha gente tiene la noción que arrancar en segunda ayuda con el consumo y a reducir el desgaste del motor. Probablemente debido a que cuando se arranca en segunda la aceleración es menor y el movimiento se siente menos brusco, pero en realidad el efecto obtenido es exactamente lo contrario. Generalmente se gasta más gasolina y estás disminuyendo la vida de clutch (en realidad al motor no le pasa nada). Puede haber situaciones específicas en las que arrancar en segunda sirva de algo, pero son pocas y dependerá del tipo de transmisión.
Consumo
Comencemos por aclarar por qué el consumo no tiene nada que ver, y en todo caso, aumenta cuando arrancamos en segunda. Existe la idea que entre más revolucionado esté el motor, más gasolina se gasta. De cierta manera hay algo de razón en esa lógica, entre más rápido gira el motor, más explosiones y más combustible gastado. La cosa es que para lograr eso hay que meter ese combustible a la cámara de combustión, y para eso hay que pisar el pedal del acelerador. Entre más pisemos el acelerador, más combustible se inyecta sin importar las revoluciones.
Cabe destacar que hoy en día la inyección de combustible está regulada por la computadora del auto, por lo que si pisamos el acelerador a fondo en sexta a 2000 rpm, no va a inyectar la misma gasolina que si estuviéramos a 6000 rpm. Sin embargo, el principio es el mismo.
Arrancar en segunda desde cero nos obliga a apretar un poco más el acelerador para lograr la velocidad necesaria para que el motor y el embrague giren a la misma velocidad. Esto en realidad no ayuda a reducir el consumo.
Automática sí, manual no
En una transmisión manual, el clutch es el que se encarga que el motor y la transmisión giren a la misma velocidad para transferir la potencia a las ruedas. Cuando partimos desde cero, el clutch se “derrapa” un poco hasta igualar la velocidad del motor. Eso está bien, están diseñados para funcionar así. Cuando arrancamos en segunda, alargamos el tiempo de ese derrape del clutch, causando más fricción y gastando más sus piezas.
El el caso de las transmisiones automáticas, el convertidor de par funciona a través de fluidos, por lo que cuando se arranca en segunda no hay piezas mecánicas que se estén desgastando de más, simplemente el fluido no está entrando con la suficiente fuerza para hacer girar al convertidor lo suficientemente rápido, haciendo que también se tarde un poco más en igualar la velocidad de giro del motor, pero no hay fricción extra.
En las cajas de doble embrague sucede algo muy parecido a las manuales ya que también tienen embragues que sufren de la misma fricción para hacer girar el motor. La diferencia es que en este tipo de cajas generalmente los embragues están completamente cubiertos en aceite, por lo que la fricción es menor.
¿Cuándo sí puede servir?
Hay veces que arrancar en segunda puede ser útil. Si estamos en una bajada el auto se comenzará a mover por si sólo, lo que quiere decir que la transmisión ya estará girando cuando activemos el clutch y le será más fácil igualar la velocidad del motor. En este caso no es que sirva de algo, pero al menos el desgaste será menor.
El caso más común es cuando estamos en una superficie sumamente resbalosa, como la nieve. En el caso de las cajas automáticas, muchos fabricantes incluyen una programación especial que hace que el auto arranque en segunda velocidad. Ese botón que tiene forma de asterisco junto a la palanca de velocidades que no sabías para qué era, en realidad es un copo de nieve, y activa el modo Snow que hace justo eso. Al arrancar en segunda tienes menos torque y será menos probable que las llantas comiencen a girar de más al perder la adherencia.
Si te ves en esa situación pero tu auto es manual, lo más recomendable es arrancar en primera y ser más delicado con los pedales. Al final el desgaste será menos si lo hace bien en primera que si lo haces en segunda, recuerda que los convertidores de par giran por fluidos, no por fricción con otra pieza.
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