Explicado con aguacates: Nada impide que Trump desmorone la industria automotriz mexicana
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Explicado con aguacates: Nada impide que Trump desmorone la industria automotriz mexicana

Primero amenazó a las marcas estadounidenses, pero no tardó mucho en ignorar la nacionalidad. Trump va contra cualquier empresa que fabrique en México y exporte a Estados Unidos, sin importar si hace autos, colchones, tambores, refrigeradores, estufas, lavadoras o algo de fierro viejo que venda. Sí, Trump nos tiene preocupados.

Ante la incertidumbre, surgen algunas preguntas. ¿Qué puede hacer Trump y qué no? Platicamos con Ricardo Smith, Licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales. Nos explicó a profundidad, con peras y manzanas —que luego sustituimos por aguacates—, el panorama de la relación entre México y Estados Unidos, y el riesgo que corren ambos países si Trump logra hacer todo lo que dice. Y según nos cuenta Smith, tiene el camino para hacerlo.

Salamanca Mazda

El Bajío mexicano es el nuevo Detroit, y eso no le gusta a Trump

Vale, no tenemos nuestras propias marcas, pero en una sola región ya se han instalado un buen puñado de fabricantes de autos. México se convirtió en una tierra fértil para la industria automotriz desde que la tendencia económica mundial buscó sacar la producción de los países desarrollados. Con 44 tratados comerciales y mano de obra de calidad —a bajo costo— a un paso de Estados Unidos, nuestro país se convirtió en un prospecto difícil de ignorar.

Lo que más exportamos a Estados Unidos son coches. Sí, aún más que petróleo.

Hay 11 marcas o grupos automotores instalados en México, muchos de ellos con más de una fábrica. En 2016 produjeron 3,465,615 autos, de los cuales exportaron 2,768,268. No son pocos. El 77.1% de ellas tuvieron como destino Estados Unidos, cifra importante, considerando que hace dos años exportábamos sólo el 66%... que tampoco es poco.

Aún así, juntando todos los productos que exportamos, además de autos, Estados Unidos sigue siendo nuestro principal cliente. De los 400 mil millones de dólares que salen de nuestras fronteras, 291 mil millones (el 72.7%) tienen como destino Estados Unidos.

Los tres modelos que más exporta México a Estados Unidos son Ford Fusion, RAM 2500 y Silverado 2500 Doble Cabina.
Donald Trump 2

Y bueno, ¿qué es lo que quiere Trump?

Quiere, básicamente, que se produzca en Estados Unidos. No le importa cómo, pero quiere hacer de su país una nación manufacturera... a pesar de que la política económica estadounidense dedicó el siglo pasado a hacer justamente lo contrario. De hecho, justo ésa era la razón de existir de los tratados comerciales internacionales: hacer que los países avanzados se encargaran del desarrollo y las finanzas, y que la periferia se hiciera cargo de la producción, a bajo costo, pero con buena calidad. México está ahí.

Ahora bien, según nos cuenta Ricardo, los tratados comerciales entre países no sólo tienen una función económica, también juegan un papel político. Sirven para mostrarle al mundo que tal o cual país está comprometido con las reformas económicas, con el libre mercado y la liberación de los aranceles. Pero Trump circula en sentido contrario.

Al regresar la producción a EE. UU., Trump busca crear empleos para un sector que había sido olvidado: el de los obreros.
Trump America Great Again

Ni los tratados ni la ley son un obstáculo para que Trump haga lo que quiere

La pregunta del millón: ¿Trump puede hacer todo lo que ha dicho? La respuesta es sí, y Ricardo Smith nos explica por qué. Los tratados internacionales tienen un espacio en las leyes de Estados Unidos, de acuerdo con la Constitución. En este caso, el Tratado de Libre de América del Norte (TLCAN) tiene su espacio en la constitución de cada país. Es decir, si Estados Unidos firma o ratifica un tratado donde prohiba el aguacate por ser una fruta sobrevalorada —sí, es una fruta—, en automático el aguacate estará prohibido por mandato constitucional.

¿A qué viene todo esto? Que si eres el presidente, tienes toda la autoridad para decidir qué hacer con tu política exterior y renunciar a tratados, pero al hacerlo, no modificas las leyes internas. Desde el ejemplo del aguacate se puede entender así: al abandonar el tratado, dejas de formar parte del grupo de países que odian el aguacate, pero igual sigue prohibido en tu orden legal interno.

Nissan Sentra Exportacion

La Constitución de los EE. UU. tiene un vacío legal que Trump, como otros Presidentes, puede usar a su favor.

Si Trump decide abandonar el TLCAN, puede hacerlo. El artículo 2205 sólo le pide un requisito: avisar por escrito a las otras partes con 6 meses de anticipación. Nada más. El "reto" lo enfrentaría a nivel interno, aunque igual lleva las de ganar, porque en la Constitución de los Estados Unidos existe un vacío legal: dice cómo entrar a tratados, pero no cómo salirse.

En teoría, el Senado debería ser quien ratifique la salida del Tratado. Y ahí Trump tiene una mayoría simpatizante, de 52 republicanos vs. 48 demócratas, pero no la mayoría necesaria (dos tercios) para que se apruebe su propuesta. ¿Qué puede hacer? Ignorar al Senado. Dado que la Constitución no dice cuál es el proceso para salir de un tratado, Trump puede simplemente omitirlo. No sería la primera vez que un Presidente de los Estados Unidos lo hace; Bush lo hizo con el Tratado de Misiles Antibalísticos.

Aguascalientes

De ser así, los demócratas aún podrían apelar en contra de Trump a la Suprema Corte, pero tampoco representa un obstáculo difícil de saltar, porque ahí hay un asiento vacío para el cual el poder de iniciativa recae en el Presidente de Estados Unidos. Con la Suprema Corte a su favor, nada lo puede detener a nivel interno.

Si México apela ante la OMC, la única sanción que conseguiría sería imponer los mismos aranceles hacia EE. UU. La solución no va por ahí.

Pero supongamos que Trump no abandona el Tratado de Libre Comercio, simplemente lo ignora y consigue aumentar los aranceles a los productos mexicanos. En dado caso, México podría recurrir mecanismo de solución de controversias del artículo 2001, pero la única sanción que conseguiría sería la aprobación de tomar la misma medida hacia Estados Unidos... ¿Nos convendría ponerle aranceles a los productos importados de EE. UU.? No. Y si apelamos a la OMC, la resolución sería la misma. Por cierto, en ambos tribunales Estados Unidos tiene mayoría.

Produccion Mexico

Si Trump se carga nuestra industria, también daña parte de la suya

Con el mundo globalizado sucede algo muy lindo: las inversiones están diluidas. No es que mandes la producción de un país a otro y sólo te dediques a consumir. Algunas veces, los productos cruzan varias veces la frontera. De acuerdo con datos del Wilson Center, el 40% de las importaciones de Estados Unidos desde México son, de hecho, producidas en Estados Unidos. En otras palabras, según nos explica Smith, por cada dólar que nos compran —o nos niegan—, 40 centavos son de ellos.

Las inversiones están diluidas. Cerrar las puertas a las importaciones mexicanas también tendría consecuencias económicas para los estadounidenses.

Esto, por lógica, afectaría también a su economía. Pero no sólo eso, si Trump decide que nadie debe fabricar fuera de Estados Unidos, y consigue convencer a las empresas, terminará elevando el costo de los productos. Habrá más empleo, sí, pero las cosas también serán más caras. Y si Trump consigue que las empresas mantengan sus precios, deberá condonar impuestos o aplicar subsidios, lo que implicaría recortes en otros sectores, como educación o salud, por no decir que aumente su deuda. En el peor de los casos, con un gobierno tan "generoso" hacia la industria, las empresas podrían cambiarle la jugada y recibir beneficios con el mero hecho de amenazar con irse.

Trump 2

Las consecuencias también se verían reflejadas en la variedad de productos. Si Chevrolet vende pocos Cruze Hatchback en Estados Unidos, fabricados en México, ¿valdrá la pena invertir en territorio yanqui para producir esos pocos allá? Quizá, pero habrá ocasiones en las que sea más rentable simplemente no venderlo. Sería un autobloqueo comercial.

Es incierto intentar adivinar qué podría hacer cada fabricante de autos, porque sus márgenes de ganancia son muy distintos y dependen de muchas variables. Por poner un ejemplo, quizá a Audi le siga siendo rentable exportar la nueva Q5 desde México, aún con aranceles altos, pero no a Volkswagen con el Golf.

Sí, quizá habrá más empleos en Estados Unidos, pero los productos serán más caros. Y si mantienen sus precios, es a costa de recortes en otros sectores, como salud o educación.
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México debe actuar, pero no a nivel político

En resumen, no existen barreras ni internas ni externas que eviten que Trump haga lo que quiere. A nivel político parece complicado resolverlo. La vía más factible que propone Smith para resolverlo, es que México se apoye en el sector privado, y utilizar a las empresas para llegar a una parte sensata de Trump, si es que existe, para hacerle entender que están perdiendo más, porque con las inversiones diluidas, EE. UU. también pierde. El camino, entonces, es utilizar el lobbing para influir en el gobierno y hacerles ver todo lo que pueden perder.

Imágenes | Michael Vadon | Michael Candelori | Gage Skidmore | Archivo de Nissan, Volkswagen y Mazda

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